Claude Lévi-Strauss, el más grande antropólogo cultural de nuestro tiempo, señaló en Tristes trapiques que a lo largo de la historia humana se emplearon dos estrategias para enfrentar la otredad de los otros: la antropoémica y la antropofágica.
La primera estrategia consistía en "vomitar", expulsando a los otros considerados irremediablemente extraños y ajenos: prohibiendo el contacto físico, el diálogo, el intercambio social y todas las variedades de commercium, comensalidad o connubium. Hoy, las variantes extremas de la estrategia "émica" son, como siempre, el encarcelamiento, la deportación y el asesinato. Las formas superiores y "refinadas" (modernizadas) de la estrategia "émica" son la separación espacial, los guetos urbanos, el acceso selectivo a espacios y la prohibición selectiva de ocuparlos.
La segunda estrategia consiste en la denominada "desalienación" de sustancias extrañas: "ingerir", "devorar" cuerpos y espíritus extraños para convertirlos, por medio del metabolismo, en cuerpos y espíritus "idénticos", ya no diferenciables, al cuerpo que los ingirió. Esta estrategia revistió también un amplio espectro de formas: desde el canibalismo hasta la asimilación forzosa -cruzadas culturales, guerras de exterminio declaradas contra las costumbres, calendarios, dialectos y otros "prejuicios" y "supersticiones" locales-. La primera estrategia tendía al exilio o la aniquilación de los otros; la segunda, a la suspensión o la aniquilación de su otredad.
Bauman, Z. (2015). Modernidad líquida (M. Rosenberg, trad.), p.109.
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